Ángeles y Demonios, resumen capítulos finales

Resumen del argumento de los capítulos finales de Ángeles y Demonios.

 

Langdon, Olivetti y Vittoria se dirigen a Santa María de la Vittoria, donde encuentran el cardenal español Guidera, con el ambigrama fire en el pecho, atado con cadenas al techo, por encima de un enorme fuego. El asesino está allí y, tras dejar inconsciente a Ollivetti y Vittoria y dejar a Langdon bajo un ataúd de piedra, se lleva a Vittoria a su escondite.

Los bomberos encuentran a Langdon horas después y éste, dispuesto a encontrar el último altar, y así, la guarida del asesino (la iglesia de la Iluminación), se da cuenta de que el último altar es la fuente de los cuatro ríos de Bernini, en la Piazza Navona.

Cuando llega allí, el asesino aparece con una furgoneta negra y deposita el cuerpo marcado del cardenal milanés Baggia en el agua. Tras luchar con el asesino y dispararle en el pie, Langdon finge un ahogamiento para que éste no lo mate, y deja que se vaya. En cuanto lo ha hecho, sigue la pista de la paloma encima del obelisco de la fuente, que lo lleva al Castel Sant’Angelo.

Mientras, el Camarlengo ha llamado al reportero y su cámara y, interrumpiendo el cónclave en la Capilla Sixtina, cuenta al mundo la derrota de la Iglesia frente a los Illuminati, además de mostrar las imágenes de cuenta atrás del contenedor de antimateria. Cuando ha acabado, recibe una llamada de alguien que le dice que puede encontrar la antimateria, pero solo si se reúne con él, por lo que el Camarlengo queda con el desconocido en el despacho papal.

Mientras, Langdon, que ya había llegado a la iglesia, consigue traspasar sus muros y encontrar la entrada a la habitación donde el asesino tiene encerrada a Vittoria. Tras una intensa lucha, Vittoria y él consiguen arrojarlo desde un balcón, a muchos metros del suelo.

Los minutos iban pasando, y cada vez quedaba menos para medianoche, así que, travesando Il passeto, un túnel que comunica el Castillo Sant’Angelo con el Vaticano, llegan deprisa a San Pedro, ya que, antes de morir, el asesino le dijo a Langdon que el buen samaritano que iba a reunirse con el camarlengo para ayudarle a encontrar la antimateria no era más que un enviado de los Illuminatti para acabar con él.

Pudieron entrar en el despacho justo a tiempo, ayudados por un guardia (que contradecía las órdenes del nuevo capitán, Rocher, ya que Olivetti había muerto), ya que el Camarlengo aún seguía vivo, pero le habían grabado a fuego en el pecho el Diamante de los Illuminati, un ambigrama con los cuatro elementos. Resultó que el “buen samaritano” era Kohler, el director del CERN. El Camarlengo se abalanzó sobre él y el guardia disparó a Kohler, quien, antes de morir, le dio a Langdon una cinta de vídeo. De repente Rocher entra en el despecho y el Camarlengo lo acusa de Illuminatti, por lo que el guardia se ve obligado a matarle antes de que él mate al Camarlengo.

Mientras, el Camarlengo, como en trance, se dirige al balcón que da a la plaza de San Pedro y muestra al mundo su quemadura, y después lleva a Langdon, Vittoria, el reportero, la cámara y los guardias a las catacumbas, donde, en lo más profundo, junto a la tumba de San Pedro, se encuentra el contenedor de la antimateria.

Quedaba menos de un 5% de batería y Vittoria no podía cambiarla si eso pasaba, así que el Camarlengo decide coger el contenedor y, muy deprisa, correr hacia el exterior, donde, junto con Langdon, que se empeña en acompañarle, se sube a un helicóptero con la antimateria, elevándolo muy alto en el cielo.

Langdon creía que iba a tirar el contenedor en el mar, para que explotara allí son hacer daño a nadie, pero justo cuando quedan unos segundos para su explosión, el Camarlengo se tira del helicóptero con paracaídas, dejándole solo, y, dado que no hay más paracaídas, improvisa uno con una lona.

El Camarlengo cae en la Plaza de San Pedro, y es aclamado por la multitud, por lo que los cardenales se plantean elegirlo Papa.

Mientras, Langdon ha caído en el río Tíber y allí, en el hospital de la isla Tiberina, consigue escuchar el sonido de la cinta que Kohler le ha dado, cosa que le deja claramente turbado, e insiste en que lo lleven de vuelta al Vaticano. Una vez allí, tras un apasionado encuentro con Vittoria, que le creía muerto, Langdon muestra a los cardenales la cinta de vídeo, en la que se revela que el Camarlengo mató al Papa y contrató al asesino para que secuestrara a los cardenales y robara la antimateria, que conoció porque estaba presente cuando Leonardo Vetra fue a pedir consejo espiritual al Papa, dado que la antimateria podía ser realmente destructiva.

Cuando el Camarlengo entra en la Capilla Sixtina, el cardenal Morati le exige una explicación, y Ventresca acaba por confesar que mató al Papa por haber cometido un pecado enorme: haber engendrado un hijo con una monja. Decía que si el hijo revelaba la identidad de su padre, la credibilidad del Vaticano se desmoronaría. Acabada la explicación, Morati le dice que el hijo ya lo ha revelado, dado que es el propio camarlengo, pero éste no fue engendrado en pecado (almeno no el carnal), sino por inseminación, y por eso el Papa aprobaba el experimento de la antimateria, porque sentía que le debía mucho a la ciencia por darle un hijo si tener que romper sus votos.

Ante la revelación, el Camarlengo, en un ataque de locura, corre hacia el balcón donde antes había mostrado su quemadura al mundo y, ante todos ellos, se quema vivo.

Al final, eligen Papa al cardenal Morati, dado que era la persona indicada para dirigir el Vaticano, pero no dicen nada a la prensa de lo que había hecho el Camarlengo Ventresca, dado que creen que eso acabaría con la frágil fe de los creyentes.

En el último capítulo, Vittoria y Langdon disfrutan de la intimidad en el Hotel Bernini, acabando con un romántico final tras un día (porque sólo han sito 24 h) de intensa emoción.

Argumento de los capítulos anteriores

Resumen de Ángeles y Demonios

Resumen del argumento de Ángeles y Demonios

Ángeles y Demonios, de Dan Brown es el primer libro de la saga protagonizada por el experto en simbología Robert Langdon, transcurre en Roma, la ciudad eterna y el Vaticano.

La novela empieza, como las dos siguientes (El código da Vinci y El símbolo perdido), con la persona que va a ser dañada o asesinada. En este caso es Leonardo Vetra, un físico amante de la religión que trabaja en el CERN (Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire) en Suiza, junto con su hija adoptiva Vittoria Vetra.

Vetra es encontrado muerto, con un ojo fuera de su cuenca y un peculiar ambigrama de los Illuminati grabado a fuego en el pecho, en su despacho por el frío Maximilian Kohler, el director del centro, que lo avisó a Langdon por ser el autor de un libro sobre los Illuminati. Langdon le habla a Kohler sobre esta organización extinguida, que, sedienta de sangre, planea una venganza contra el Vaticano; o al menos esta es la historia.

Kohler llama de immediato a Vittoria, que rápidamente coge un avión hacia el CERN. Una vez allí les explica que alguien ha matado a su padre para robar un gran contenido de antimateria, creada para darle una explicación al origen del Big Bang, que podría hecer explotar una ciudad entera en 24 horas si no cambian la batería del contenedor.

Kohler recibe una llamada alertándole de que el contenedor con la antimateria se encuentra en la ciudad del Vaticano. El director sufre un ataque y es llevado al hospital, pero antes indica a l profesor y la científica que deben ir a Roma a cambiarle la batería al contenedor. Un avión de altísima velocidad les lleva al Vaticano en horas.

Al llegar, la guardia Suiza les recibe y les explica que alguien les envía un video en directo de una cámara del Vaticano que ha sido robada, que muestra el contenedor de la antimateria, con su cuenta atrás, que acabará a medianoche, precisamente el día en que se llevaría a cabo el Cónclave para elegir un nuevo Papa.  Vittoria le explica a Olivetti, el comandante de la Guardia Suiza, la tecnología de la antimateria y le indica que, si no lo encuentran antes de seis horas, ésta explotará, arrasando el Vaticano y los sesenta y cinco cardenales que hay en la Capilla Sixtina para efectuar el Cónclave. Olivetti, que no los cree, los encierra en su despacho, y Langdon, para evitar perder más tiempo, llama al camarlengo Carlo Ventresca, que es la máxima autoridad habiendo fallecido el Papa. Él les escucha y manda a los guardias peinar todo el vaticano, pese a saber que, dado su tamaño, no lo encontrarán. Olivetti les enseña un vídeo, grabado por el mismo que robó la antimateria, que muestra que cuatro cardenales han sido secuestrados, y que serán sacrificados públicamente cada hora (hasta medianoche, cuando explotará la antimateria) en los altare della scienza, que Langdon indica como cuatro iglesias pertenecientes a artistas Illuminati, comunicadas por un “sendero” que lleva a la Iglesia de la Iluminación, donde probablemente está el asesino de Vetra. Mientras la Guardia Suiza busca, Langdon y Vittoria bajan a los Archivos Vaticanos, buscando un manuscrito que Langdon, deseoso de publicar un segundo libro, pero no teniendo la información suficiente.

Allí, encuentran en un manuscrito un poema, referente a Rafel Sanzio, que habla de una iglesia con su tumba. Dando por supuesto que se trata del Panteón, Langdon, Vittoria, Olivetti y su equipo van hacia Piazza della Rotonda (donde se ubica el edificio). Al entrar y observarlo un rato, se dan cuenta de que se han equivocado. La iglesia correcta era Santa María del Popolo, dentro de la cual, en la Capilla Chigi, el cardenal alemán Ebner ha sido enterrado hasta la cintura y rellanado con tierra por dentro. Tiene el ambigrama “Tierra” gravada en el pecho.

Mientras, alguien (presuntamente el asesino) ha dado un soplo a un reporteros de que uno de los cardenales ha sido asesinado, y él y su cámara consiguen llegar a Santa María del Popolo justo antes de que se lleven el cadáver del cardenal, entrando en el terrible juego del asesino de que se conozcan los crímenes contra la iglesia, venganza por las muertes de los antiguos Illuminatti.

Vittoria y Langdon siguen las pistas del poema, que dice que un artista, con sus obras, indica el camino a seguir para llegar hasta la Iglesia de la Iluminación. Langdon descubre que dicho artista no es otro que el famosísimo Bernini, que  trabajó para el vaticano, supuestamente con el objetivo de esconder estatuas que indicaran el camino a seguir para encontrar el camino a la Iglesia de la Iluminación y convertirte así en un Illuminati.

Así, siguiendo las pistas que encuentran en Éxtasis de Santa Teresa, se dirigen hacia la piazza di San Pietro, diseñada por Bernini, y que está atestada de gente. Apenas quedan unos minutos para que el siguiente cardenal sea asesinado. Y así es, l cardenal parisino Lamasse, es encontrado con el pecho agujereado en medio de la plaza.

Sin saber qué pista seguir, Langdon, Vittoria, Olivetti y el Camarlengo se reúnen para exponer sus ideas. Langdon decide bajar otra vez a los Archivos Vaticanos para encontrar una obra de Bernini que haga referencia al fuego. Mientras, los medios ya han filtrado la noticia de los cardenales asesinados, además de salir el reportero al que el asesino había llamado, comunicando al mundo de que los Illuminatti eran los responsables de la muerte del Papa, diciendo que había sido envenenado con heparina, un medicamento contra la tromboflebitis que padecía, cosa que, aunque no están permitidas la autopsias papales, el camarlengo y Vittoria se dirigen a confirmar.

Mientras tanto, cuando Langdon encuentra en lugar donde podría encontrar al próximo cardenal, Santa María della Vittoria, se apagan las luces del Archivo, y la puerta electrónica y hermética que cierra el cubículo donde está Langdon, así como el dispensador de oxígeno, se cierran, dejando al profesor con oxígeno suficiente para tan solo unos minutos.

Vittoria y el camarlengo, entretanto, han confirmado el envenenamiento del Papa.

Por fin, después de muchos esfuerzos, Langdon consigue tumbar una estantería y hacerla chocar contra las paredes de vidrio de la habitación, y sangrando y tambaleante, se dirige a donde están Vittoria y Olivetti.

Argumento de los capítulos finales

 

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